Editorial,  FGDRC,  INSURRECCIÓN

¡NO ES EL CLIMA!

Damaris Izaguirre

El cambio climático es una realidad innegable y de no tomar medidas contundentes será el equivalente al meteorito que extinguió a los dinosaurios; sin embargo, los Estados no tienen un verdadero interés en parar la crisis ambiental, ya que esto les implica oponerse al sistema y deponer el statu quo.

Las grandes potencias constantemente están hablando sobre la necesidad de salvar las selvas y los bosques para detener los efectos nocivos del Cambio Climático, de disminuir las emisiones de gas carbónico, constantemente instan a los “países inferiores” a que tomen medidas para mitigar el cambio climático; sin embargo, ellos desde su pedestal de “potencia” continúan desarrollando proyectos extractivos e industriales que agravan la crisis climática, mientras firman acuerdos que jamás cumplen y promueven eventos demagógicos como la COP28.

Dentro de los temas que aborda la COP28 están la dependencia de los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas) y la masiva deforestación y pérdida de biodiversidad de grandes santuarios naturales como la Amazonía. Una de las posibles soluciones que señala la COP28 es la expansión del mercado de los créditos de carbono, que no es otra cosa que lavar conciencias a través de pagos por los daños causados al ambiente, como si los daños ambientales que causa el capitalismo fueran reversibles; olvidando que el sentido común dicta que los daños no se resuelven solo con dinero, sino cambiando drásticamente las prácticas que ocasionan tales daños.

Superar la crisis ambiental y evitar la destrucción del planeta no se logra con ‘pañitos de agua tibia’ y discursos demagógicos, se necesitan medidas que ataquen las causas que originan y alimentan la crisis ambiental. No es el clima, no son las personas humildes que tienen una vaca, no es el repartidor de pizzas que tiene una moto vieja; es el sistema el que está destruyendo el planeta y nos tiene a punto de traspasar la delgada línea del No Retorno.

Salvar el planeta es cuestión de todos, pero no esperemos que los Estados u organismos multilaterales funcionales al modelo capitalista, realicen las trasformaciones estructurales que se necesitan para salvar el planeta. Somos ‘los nadie’ los que estamos llamados a movilizarnos y a través de la lucha popular realizar las transformaciones estructurales que requiere la humanidad para tener una vida digna, y el planeta para no estallar con nosotros adentro.

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