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¿HASTA CUÁNDO TOMAREMOS UN PÉSIMO CAFÉ?

Chavela Villamil

Colombia es reconocido como el tercer productor de café a nivel global, sin embargo, gran parte la población de nuestro país toma café extranjero o café nacional, ambos de baja calidad, ¿por qué ocurre esto en un país productor?

El café es una de las bebidas aromáticas más consumidas en nuestro país, en promedio un colombiano consume 28,5 tasas de café al mes, para los hogares colombianos consumir café como primera bebida del día es un ritual, ni que decir que es la bebida por excelencia para entablar conversaciones; sin embargo, gran parte de la población jamás a degustado un café de buena calidad y sin darse cuenta consume café importado.

Gran cantidad del café que consumimos es importado

De acuerdo a los balances de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC), el año anterior la producción anual de café cerró en 11,1 millones de sacos de 60 kilogramos (Kg), y exportamos el 95,5 por ciento de la producción anual (10,6 millones de sacos) [1]. Teniendo en cuenta que el consumo interno anual de café oscila en 2,2 millones de sacos, la excesiva exportación genera un déficit interno, que los suplen con importación de café.

Resulta paradójico que en un país productor de café, el 71 por ciento del mercado interno se supla con café extranjero; sin embargo, esto obedece a la teoría de apertura económica de la década del 90, que nos convirtió en un país improductivo e incapaz de competir con otros mercados que tienen subsidiada buena parte de su producción, por ende, se tornó más rentable importar materias primas o productos terminados que desarrollar la producción interna. Esto desequilibra negativamente la balanza comercial y nos convirtió en un país dependiente de la producción y los capitales extranjeros, el año anterior se importó el 47,4 por ciento de los alimentos que abastecen el mercado interno.    

En sí misma la importación de café no solo hace referencia a productos terminados, sino en especial a la mezcla de cafés que hacen marcas reconocidas o de gran difusión como, Sello Rojo, Águila Roja, Luker, Ara, entre otras, ya que más del 75 por ciento del producto es procedente de cafés importados, desde luego es una práctica comercial reglada y permitida, pero que encierra publicidad engañosa al inducir la compra, haciendo creer al consumidor que está consumiendo café nacional.  

Incrementar los aranceles no resuelve el consumo interno

La Unión de Cafeteros de Colombia (UCC) viene insistiendo en la necesidad de tomar medidas efectivas y urgentes, que permitan abastecer el mercado interno de café con producción propia, en ese sentido, un grupo de Representantes a la Cámara le ha solicitado al Ministerio de Comercio que aplique un arancel del 70 por ciento a las importaciones de café sin importar su origen. La UCC afirma que, “se debe recuperar el mercado interno copado por más de dos millones de sacos de café importado de mala calidad. Y para ello se deben activar las salvaguardias comerciales de protección con un arancel del 70 por ciento, las importaciones de café aminoran el precio interno, ponen en riesgo a los cafetales colombianos y no tienen garantizada la inocuidad para el consumidor” [2].

Es una falacia que el incremento arancelario va disminuir el valor interno de café, incrementar este impuesto reducirá el café que ingresa, pero no bajará el precio, ya que los costos de producción seguirán siendo altos y el bajo poder adquisitivo de la población no permite que esta consuma café a precios internacionales, por ende, las exportaciones seguirán en el mismo margen, ya que seguirá siendo más rentable exportar el grano que venderlo en el mercado nacional. Esto generaría un déficit en el abastecimiento del mercado local que terminaría incrementando aún más el precio y desencadenaría una caída brusca de la demanda y el aumento del contrabando de café; en otras palabras, ‘el remedio sería peor que la enfermedad’.  

Regularizar el mercado interno implica hacer sólida y rentable la producción nacional, requiere un proyecto de inversión nacional integral que proteja y apoye pequeño y mediano productor, a la vez que construya mercados que den prioridad en productores enfocados en abastecer el mercado local.    

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