Editorial,  FGDRC,  INSURRECCIÓN

LOS COLORES DE LA PARTICIPACIÓN

Comandante Antonio García

La solución política al conflicto al igual que la participación es multicolor y pluridiversa, entender su mixtura y sus matices permite encontrar y construir alternativas que den solución a los problemas sociales que durante décadas han acrecentado la exclusión, la pobreza y la desigualdad.   

Rostros de la Colombia real, de todos los colores y todas las edades, de los que vemos en el día a día en las calles de las ciudades y también en los campos, rostros de los que tienen un pedazo de tierra o que aspiran tenerla o se la robaron. En otras palabras, pueblo excluido, vulnerado y expectante ante las posibilidades de construir una ruta que haga posible el cambio real, que en esta actualidad tensiona sus fuerzas para buscar un espacio en el proceso de Participación de la Sociedad; fue lo que vimos en Bogotá el 3 de agosto en el acto de instalación del Comité Nacional de la Participación (CNP).

No todos pudieron llegar, muchos se quedaron en las regiones, en el curso del camino, tampoco hubo espacio para ser recibidos; esa fue la lógica del gobierno, cómo hacer funcional la Participación de la Sociedad a sus perspectivas: poquitos para no hacer ruido y bastantes cuando es para defenderse. Este proceso debe ir descubriendo su propio camino, si la paz habrá de ser cierta, los intereses del pueblo en la participación de la sociedad también deben ser interés del gobierno. No al revés, pues el pueblo defenderá lo que encarne el verdadero cambio de Colombia, para hacerla más justa, democrática e incluyente.

La constante en la historia del país, cual ADN, ha sido negar la participación, legado colonial que aún pervive y se expresa en la negación del “otro” a la hora de planear y proyectar los destinos de un país que es plural, diverso.

La Paz y el futuro de vida digna jamás ha tenido su origen en un proceso que consulte a las mayorías nacionales, tan sólo han sido narrativas o discursos que para nada interpretan el verdadero sentido de la política: La construcción colectiva del futuro de un pueblo. Sin proceso de construcción de las ideas y planes de manera colectiva, la democracia no es más que simple y llana carreta.

Habrá cuentos y cuentos, se podrá decir que eso no se puede, que es engorroso y demorado; los más atrevidos seguirán diciendo que la «plebe ni debe ni puede pensar», que no «tiene cerebro para eso». No sólo por lo que se diga, sino porque se practica, es la mera verdad.

Hay que ir al fondo a la hora de hablar de democracia o de los cambios, no podemos seguir hablando de «desarrollo» o de «progreso», así venga de la izquierda o desde donde sea, ese disfraz detrás de palabras prestadas ocultan verdaderos propósitos colonialistas que perviven, por eso el llamado «desarrollo» es lógica impositiva, se hace ver benefactor, que lo es esencialmente para los grandes poderes nacionales e internacionales, pero que continúan reproduciendo en las comunidades pobreza, exclusión y un cúmulo de injusticias. Lo que se garantiza a plenitud es híper-acumulación de riquezas en el 1 por ciento de híper-ricos.

En este escenario, el logro del acuerdo sobre participación nos coloca en una ruta distinta, fuera de las lógicas dominantes e impositivas del gran poder, por ahora ha dado vida a un instrumento de impulso como es el Comité Nacional de Participación (CNP) constituido por 81 personas escogidas por las 30 organizaciones sociales, populares, étnicas, sectoriales-poblacionales, encargado realizar junto con la sociedad el diseño del proceso de Participación.

Hasta la fecha se han realizado tres encuentros plenarios del CNP, que en sus intensas jornadas de trabajo se ha ido construyendo una estructura para atender el gran reto delegado, así se han distribuido en 5 comisiones, desde donde se interactuará en esta fase de participación con los 9 territorios y los 15 sectores, para con ellos ir construyendo el diseño, ruta que desde ya va siendo participativa.

Pese al corto tiempo, cada comisión ha venido reuniéndose de manera presencial, virtual o de manera mixta, adelantando un mapeo de actores con quienes es necesario articular fuerzas para alimentar el debate central de esta fase, un ejercicio que implica un inicial proceso de reconocimiento, una suerte de diplomacia popular que permitirá ampliar las redes de relación entre iguales, entre pueblo organizado, pero que habrá de extenderse en un enjambre de redes que lleguen a los independientes, a los no organizados, pues con ellos hay que contar en el diseño de la Nueva Colombia.

Sabemos que se han dado largas discusiones, preguntas y respuestas que van dejando una traza en la comprensión de este momento: participar para construir la metodología, el diseño del plan de la siguiente fase de participación.

Una comprensión que no fue fácil pues no existe la costumbre de convocar a la comunidad para pensar el cómo. La costumbre ha sido el convocar a la sociedad, al pueblo, para informar o validar, más no para construir colectivamente.

Avanzar hacia una arquitectura popular, un proceso amplio de reconocernos como pueblos que hemos sufrido el rigor de la imposición de todo, será de gran valor pues serán estas articulaciones las que empujen de manera real los cambios de fondo que requiere esta sociedad, este país.

El reto es grande, el pueblo convocado ha asumido la tarea con altura, creatividad, dinamismo superando con inteligencias las múltiples dificultades, reconociendo lo que ya se tiene, identificando fortalezas, nuevos actores, organizaciones, colectivos, integrar fraternalmente, es esta gran tarea de país, esta gran tarea por darle vida a un Gran Acuerdo Nacional.

También se han identificado obstáculos, limitantes y barreras, de las cuales hablaremos más adelante.

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