Editorial,  FGDRC,  INSURRECCIÓN

SER GAY NO ES UN DELITO

Amalia Echandía

En pleno siglo XXI y con los desarrollos culturares existentes, aún persiste en gran parte de la sociedad rasgos homofóbicos, que constantemente estigmatizan y excluyen a la población LGTBIQ+.

El 28 de junio de 1969, a las afueras del bar Stonewall, (reconocido sitio de reunión de la comunidad LGTBIQ+ en la ciudad de Nueva York, EEUU), la policía realizó una redada para reprimir a dicha comunidad, lo que desencadenó diversas revueltas y manifestaciones en protesta contra el sistema que persigue a los homosexuales. Estos disturbios son considerados como un ejemplo de lucha del colectivo homosexual y el precedente histórico de las marchas del Orgullo Gay.

La lucha por los derechos y la equidad de la comunidad LGTBIQ+ viene en ascenso, por ejemplo, en 1990 la homosexualidad dejo de considerarse una enfermedad mental, en algunos países se ha legalizado la unión marital y la adopción para personas del mismo sexo, derechos de salud y pensión, entre otros; sin embargo, según la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA) afirma que en la actualidad en 64 países la homosexualidad está criminalizada, entre estos en 6 países (Brunéi, Irán, Mauritania, Nigeria, Arabia Saudí y Yemen) la homosexualidad es causal de pena de muerte.  

Las celebraciones del orgullo gay tienen un trasfondo eminentemente reivindicativo, ya que pese a los logros en materia de derechos y aceptación social; en muchos de los países donde existe el derecho a la diversidad sexual, estos se quedan en el papel ya que el atraso cultural y la falta de tolerancia de gran parte de la sociedad, hace que la comunidad LGTBIQ+ constantemente sea rechazada e incluso perseguida.

Colombia en su raída Constitución es un país laico, pluricultural y con libertades para el desarrollo del ser, pero es solo en el papel, porque en la vida cotidiana persiste la estigmatización y los ataques homófobos, constantemente victimizan y asesinan a los homosexuales. Según la Defensoría del Pueblo entre 2014 y 2019, a nivel mundial Colombia fue el país con mayor número de asesinatos de personas pertenecientes a la comunidad LGTBIQ+; en 2022 cada semana ocurrió como mínimo el asesinato de una persona de la comunidad LGTBIQ+, llegando a la escabrosa cifra de 286 asesinatos por dicha condición.

Las afecciones y la violencia a la comunidad LGTBIQ+ en cierta medida están inferidas a la naturalización del lenguaje homofóbico que se ha instituido en gran parte de la sociedad, palabras despectivas como ‘marica’, ‘marimacho’, ‘arepera’, son constantemente utilizadas en el vocablo popular, lo cual sin darse cuenta acrecienta patrones homofóbicos que impiden la naturalización de la comunidad LGTBIQ+ como parte integral de la sociedad; por lo tanto, diezmar la violencia física, verbal y conductual contra esta comunidad tiene implícito desohomofobizar el lenguaje.

La solución política del conflicto social armado y la paz total de Petro, no se puede quedar únicamente en el desarme de la guerrilla, eminentemente debe transformar las condiciones de exclusión, pobreza y desigualdad que sufre gran parte de la población. En ese sentido, restituir los derechos de los homosexuales no solo en las leyes del ejecutivo, sino en la praxis, en el día a día, debe ser un pilar de cualquier proceso que se proponga la construcción de la paz.

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