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COLOMBIA, POTENCIA MUNDIAL DE QUÉ…

Himelda Ascanio

El nombre del Plan Nacional de Desarrollo y el lema del Gobierno supone un gran derrotero, para ser potencia mundial de la vida se requiere frenar el genocidio contra los liderazgos populares, y acabar con indicadores en números de muertos, sostenidos desde los Gobiernos anteriores.

Esa fue una de las promesas de campaña del presidente Petro, y digamos que una de sus apuestas de gobierno; sin embargo, en lo corrido de su mandato esto no ha arrojado resultados, irónicamente hay indicadores que se sostienen invariables desde gobiernos anteriores, por ejemplo, el número de masacres perpetradas cada año. 

Según la Real Academia de la Lengua una masacre es la “matanza de personas, por lo general indefensas, producida por ataque armado o causa parecida”. En Colombia este significado tiene además otras connotaciones políticas, relacionadas con la generación de miedo en las comunidades, con el espectáculo macabro de la muerte como mensaje y como advertencia, con una manifestación de la bestialidad y un escenario desprovisto de cualquier sentido de humanidad. Práctica auspiciada por el viejo régimen y los señores de la guerra. 

Una continuidad odiosa

Hasta el 30 de diciembre 2023 se habían cometido 94 masacres, según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz); la última de ellas cometida el 25 de diciembre en Mosquera, Cundinamarca. Con ese número prácticamente se igualan las cifras del 2020, 2021 y 2022, aunque la cantidad de víctimas si disminuyó de 343 muertos en 2022 a 303 en 2023, según datos de este mismo instituto. Estas horrorosas cifras cobran un mayor significado dado el cambio de Gobierno.

A pesar de tener un gobierno de extracción popular, el viejo régimen sigue detentando el poder fáctico y movilizando su maquinaria de muerte sobre el país. Duro reto para Gustavo Petro que más allá de las promesas, se enfrenta a una decisión que hasta ahora no le arroja resultados transformadores; seguir haciendo Acuerdos de Gobernabilidad con los masacradores representantes del viejo régimen ó cumplir con el mandato popular y de la mano de los sectores populares iniciar las transformaciones estructurales.   

No es casualidad que las zonas más afectadas sean Valle del Cauca, Antioquia, Atlántico y Cauca, regiones donde han multiplicado las formas de paramilitarismo más recientes. Los informes muestran quienes son los grupos perpetradores de estos crímenes, todos ellos asociados a la estrategia paramilitar, que continúa ejecutándose y que tiene como principal auspiciador a las Fuerzas Armadas (FFAA). 

Más allá de lamentaciones virtuales, el presidente debiera desproveerse de soberbia y enfocarse en las transformaciones fundamentales. Asumir el diálogo y la búsqueda de una visión común de paz con quienes hemos hecho manifiesto dicho acuerdo. Alejarse de las doctrinas del viejo régimen para buscar de verdad el cambio. Las cifras como estas de la cantidad de masacres, son números de muerte y una muestra más, un indicador de algo que aún no cambia. Y desde el pueblo hemos exigido el cambio y la vida.

Asesinados esta semana

Eliecer Puyo Chocué, asesinado el 24 de diciembre en Caldono, Cauca. Era comunero y guardia indígena del Resguardo La Laguna.

Yohan Serna Murillo, era excombatiente y fue asesinado el 28 de diciembre en Turbo, Antioquia.

El 25 de diciembre en la vereda San Francisco, Mosquera, Cundinamarca, perpetraron una masacre que dejo 3 víctimas mortales.

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