Editorial,  FGDRC,  INSURRECCIÓN

NO APLAZAR LOS CAMBIOS

Algunos creen que el cambio es el lema de un movimiento o de un Gobierno, cuando lo real es que se trata del momento histórico por el que pasa Colombia, que demanda actuar acorde con este signo de los tiempos.

La crisis del régimen represor la evidenció el Estallido Social de 2021, cuando pese al trato de guerra que le dieron, la protesta social se mantuvo por tres meses, levantando demandas de cambio que sobrepasaron las tradicionales reivindicaciones provinciales y sectoriales, tales metas políticas han sido recogidas por distintos movimientos y hasta por el actual Gobierno; pero las élites que se oponen a que haya transformaciones democráticas, así hayan sido desplazadas del Gobierno, persisten en su cruzada para que no se toque sus privilegios; mientras otra parte de la élite que entró en pánico con el Estallido Social, dice estar dispuesta a que haya cambios en el país, que favorezcan a la gran mayoría empobrecida y excluida.

La fuerza de los de abajo es el motor que impulsa los cambios, que sigue en contraposición con la fuerza de los de arriba, quienes persiguen que Colombia prosiga tal cual como ha vivido hasta hoy, a un lado se sitúa el actual gobierno que intenta componer fuerzas con los de arriba y cuando le fallan recurre a llamar a la calle a la fuerza de los de abajo; en este vaivén se ha ido año y medio de este Gobierno. Para agravar el panorama, desde afuera la potencia norteamericana mete su largo brazo a través de sus agentes, buscando que el país no cambie, para que no se coloquen en riesgo sus intereses geopolíticos.

Dos caminos están por recorrerse en Colombia, el tradicional de atravesarse a los cambios ‘a sangre y fuego’ o intentar un nuevo modelo de enfrentar diferencias, basado en construir una solución política del conflicto, en la que una amplia participación de la sociedad establezca una Agenda de transformaciones, en cuyo desarrollo se fragüe una alianza política, social y económica, como sumatoria de fuerzas que sirva para crear un Gran Acuerdo Nacional que soporte esta plataforma para democratizar el país.

Al anterior modelo de paz, no de pacificación, está dispuesto a sumarse el Ejército de Liberación Nacional (ELN), y por ello se mantiene en la Mesa de diálogos con este gobierno, en la expectativa de aportar a construir una visión común de paz, más allá de la que pueda tener el Gobierno o el ELN.

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