‘EL ESTADO ES NUESTRO’
Dioselina Forero
Jaime Garzón, el icónico, irreverente y pionero en el país del humor político, entre ‘chiste y chanza’ develó los nexos del Estado con los narcos y los paramilitares, se convirtió en la voz de los nadie; pero el régimen no perdonó su labor emancipadora y ordenó su magnicidio el fatídico 13 de agosto de 1999.
Muchos aún no existían o éramos muy pequeñas cuando Godofredo Cínico Caspa, Dioselina Tibaná, Inti de la Hoz, Néstor Elí, Heriberto de la Calle, entre otros personajes, decían verdades a diestra y siniestra, mientras arrancaban sonrisas en los miles de televidentes humildes, mostraban de manera crítica y aguda la realidad del país; un contexto que ha cambiado poco o nada, la connivencia entre paramilitares y Estado continúa, el exterminio al liderazgo social se agudiza, la corrupción sigue engranando todas las ramas del Poder, el pueblo sigue explotado y en condiciones de extrema pobreza, y como decía Jaime: ‘el gringo sigue ahí’.
La vida de Jaime fue marchitada hace 24 años y como suele pasar en nuestro país su muerte sigue en total impunidad, sus perpetradores continúan en el régimen y desde las sombras continúan ordenando exterminar a todo el que piense diferente; 6.402 falsos positivos, más de 1.000 líderes sociales y 300 excombatientes asesinados desde la firma del Acuerdo de de paz de noviembre de 2016, comprueban que el régimen tiene en su ADN el exterminio total de los opositores políticos y de todo aquel que cuestione el statu quo.
Personas como Jaime Garzón se perpetúan en el tiempo, su muerte no fue en vano ni mucho menos sus ideales palidecieron, por el contrario, se convirtieron en semilla fértil que germinó en los miles de jóvenes humildes que durante el Estallido Social retomaron su lucha por un país donde quepamos todos y todas, aún recuerdo los centenares de pancartas que decían: “Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvarlo. ¡Nadie!” –Jaime Garzón–, no solo recordaban a Jaime, en el calor de la lucha perpetuan su legado.
Jaime era un convencido de la Solución Política del Conflicto y tenía una visión de la paz muy distante de los políticos que la simplifican en el silenciamiento de los fusiles, la reinserción de la insurgencia y la entrega de beneficios paliativos; Jaime pensaba muy distinto, para él la paz era más que un estado de quietud en donde no hay perturbaciones, la paz significaba trabajo arduo y el cambio fundamental de la realidad social que da origen al conflicto.
Garzón era consciente que el luchar por un propósito tan humano como la paz no era una tarea fácil, más si se tiene en cuenta que perpetuar el conflicto es imperativo para el régimen, sembrar terror para ‘vender seguridad’ lo perpetua en el poder y le permite sostener el lucrativo negocio del narcotráfico, columna vertebral del régimen donde el principal ganador es el Gobierno estadounidense, que vive de inflar narcos para luego capturarlos y quedarse con ‘la mitad del pastel’.
El problema real detrás de este sistema nefasto impuesto por los gringos de perpetuar la guerra, es que nos convencieron de que no hay otra forma de hacer las cosas, además nos han hecho creer que ellos son el poder por ser clase dominante; pero Jaime fue muy claro y en la voz de Heriberto nos mostró el camino: “todavía le hacemos la venía a los que manejan el poder, sin asumir que el Estado es nuestro”; la expresión política y popular encarnada en el Estallido Social es la expresión de ese sentir, es hora de arrebatarle el poder al régimen y construir nuestra propia historia, el lado B donde somos iguales y con derechos plenos, así que como decía el Padre Camilo, “la lucha es larga, empecemos ya”.