INSISTEN EN LA PACIFICACIÓN TOTAL
Damaris Izaguirre
Gobiernos de diverso tinte político han instrumentalizado los anhelos de paz de los colombianos para lograr respaldo en las urnas; pero todos sin excepción buscan implementar la pacificación que le impone el Tío Sam y no una verdadera paz que traiga justicia y equidad social.
Antes de hablar de paz y lo que ello implica, es importante aclarar que la visión de paz de millones de colombianos es muy disímil de la visión que tiene el Gobierno. Los colombianos queremos un proceso de solución política con justicia y equidad social y que desaparezca el entramado paramilitar, que en colusión con las Fuerzas Armadas (FFAA) amedranta y desaparece a todo aquel que discrepe tan solo un poco de la visión oligárquica y subordinada a Estados Unidos; por esto, todos los Gobiernos sin excepción reproducen el modelo de pacificación impuesto por el Tío Sam, donde la paz se reduce al silenciamiento de los fusiles, al Desarme, Desmovilización y Reinserción (DDR) de la insurgencia, de esta forma aseguran que el modelo de saqueo de recursos naturales prosiga y que la subordinación del Estado colombiano siga siendo instrumental a los intereses geoestratégicos, geopolíticos y belicistas del imperio norteamericano.
Los hechos han demostrado que el Gobierno de Petro replica la propuesta de pacificación y que es completamente subordinado a los intereses del Tío Sam, muestra de ello es que el modelo antidrogas continúa igual, prosigue la Doctrina de Seguridad con todo y su política del Enemigo Interno, y continúa sembrando el país con Bases Militares de EEUU, sin importar que estas traen pérdida de autonomía y en muchas ocasiones una debacle ambiental -como es el caso del Parque Natural Nacional de Isla Gorgona-; en otras palabras, la política de paz de Petro es ambigua y ambivalente, mientras habla de soberanía y mitigación de la pobreza y la exclusión, sus actos son belicistas y reproducen sin mancha el modelo imperialista norteamericano.
La política de Paz Total de Petro es un completo desastre, no porque no se haya logrado el DDR como lo quieren hacer ver los medios de comunicación al servicio del régimen, sino porque es una completa y total perfidia; ver al señor Otty Patiño hablar por debajo de la Mesa y a las espaldas con sectores de la insurgencia para lograr su descohesión y una falaz ruptura de unidad interna, me recuerda a Claudia López cuando afirmaba que, había que “hacer sangrar al Coce para llevar un ELN debilitado a la Mesa”, la perfidia de un Gobierno paramilitar que suplantó los emblemas de la Cruz Roja Internacional para lograr a sangre y fuego un rescate de retenidos, mientras simulaba en la opinión pública su disposición a negociar, o el engaño del que fueron víctimas en su momento José Antonio Galán y Guadalupe Salcedo; todo esto muestra las tácticas mafiosas de un Gobierno que hace lo que sea con tal de cumplir los mandatado por EEUU.
Un verdadero Proceso de Paz no debe tener como único fin el silenciamiento de los fusiles, su objetivo central no debe ser otro que atacar las causas socioeconómicas y políticas que gestan el Conflicto Armado, en otras palabras, desarrollar los cambios estructurales y de fondo que generen una sociedad más equitativa y sin cordones de pobreza y miseria; Colombia debe desarrollar un verdadero proceso de Solución Política, que desde luego es diametralmente opuesto al DDR y la pacificación, y no se puede llevar a cabo mientras el proceso de solución no contemple cambios en la Doctrina de Seguridad, deslinde con la política guerrerista de los EEUU, cambios estructurales en la tenencia de la tierra, la mitigación de la desigualdad. No se puede pasar por alto que el conflicto armado es consecuencia de un modelo opresor y excluyente que reproduce pobreza y desigualdad, por lo tanto, sin resolver las causas que le dieron origen es imposible construir una verdadera paz que implica justicia y equidad social. Desde luego el cambio en la visión de paz y avanzar en la construcción de la solución política al conflicto, solo es posible a través de la lucha popular y la presión social de todos los colombianos.